El alcalde de Ñuñoa, Sebastián Sichel, ha cambiado radicalmente su postura frente al traspaso de colegios al SLEP, sumándose a la lista de autoridades que inicialmente rechazaron la medida, pero luego optaron por facilitarla. Lo que hace unos meses era una defensa activa de la educación pública descentralizada, hoy se diluye entre presiones administrativas y falta de margen político.
En enero de 2025, Sichel calificó el modelo SLEP como una amenaza a la calidad de la educación pública. “Los resultados de la PAES solo ratifican una cosa: los colegios de Ñuñoa no se deben ir al SLEP”, afirmó entonces. Incluso se alineó con figuras opositoras como Mario Desbordes, Marcela Cubillos y Jaime Bellolio, proponiendo una contrarreforma que impidiera el traspaso desde municipios con buenos resultados académicos.
Gira en U del rechazo a la solicitud formal de traspaso
En mayo, en medio de un conflicto salarial con el gremio docente de Ñuñoa, el municipio dirigido por Sichel envió un oficio al Ministerio de Educación solicitando continuar con el traspaso al SLEP La Quebrada, que agrupa además a La Florida y Peñalolén.
El motivo declarado fue la “insostenibilidad del sistema educativo local” debido a un petitorio sindical que, según la administración, superaba lo acordado con gestiones anteriores.
¿Cambio de opinión o falta de convicción?
El giro de Sebastián Sichel en el traspaso de colegios al SLEP no solo generó críticas por falta de coherencia, sino también preocupación por el debilitamiento de la postura colectiva de alcaldes opositores. Mientras otros ediles como Catalina San Martín (Las Condes), Felipe Alessandri (Lo Barnechea) y Camila Merino (Vitacura) siguen rechazando el modelo estatal, la decisión de Ñuñoa parece aislarla del bloque crítico.
Los cuestionamientos no tardaron en llegar: ¿Fue precipitado el rechazo inicial? ¿Faltó estrategia para manejar la presión sindical? ¿Se subestimó la fuerza de una política ya instalada?
Costos políticos de un giro sin explicación
En política, cambiar de opinión no es siempre un error. Pero cuando el viraje es tan rápido y sin explicaciones públicas profundas, los costos políticos se amplifican. La imagen de liderazgo fuerte y claro que proyectaba Sichel, especialmente como excandidato presidencial, queda hoy en entredicho ante su electorado local.
Su desafío inmediato no es solo gestionar la educación en Ñuñoa bajo un nuevo marco institucional, sino demostrar que sus decisiones tienen una base más sólida que el oportunismo o la presión del momento.
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