El vino chileno en Brasil se posiciona como una oportunidad concreta para la industria nacional. Tras años de expansión impulsada por la demanda asiática —especialmente desde China—, el sector vitivinícola chileno vive una etapa de redefinición. En este nuevo escenario, Brasil ha surgido como un mercado dinámico, con consumidores exigentes y un creciente interés por productos importados.
China se desacelera y Brasil toma la delantera
La caída de las exportaciones hacia China ha llevado a muchas viñas a reevaluar su estrategia comercial. En enero de 2025, las ventas al gigante asiático disminuyeron un 16% en valor en comparación con el mismo mes del año anterior. En contraste, el vino chileno en Brasil ha comenzado a cobrar fuerza como alternativa de alto potencial.
Durante ese mismo periodo, las exportaciones hacia el país sudamericano aumentaron un 30% en volumen y un 20% en valor, marcando un cambio de eje en el comercio exterior vitivinícola chileno.
Punti Ferrer da un paso clave
Una de las iniciativas más destacadas es la de Viña Punti Ferrer, del Valle de Cachapoal, que recientemente inauguró su operación directa en Brasil. Esta viña, conocida por su propuesta de alta calidad, se suma al selecto grupo de bodegas con presencia simultánea en China y Brasil.
“Instalarnos directamente en Brasil es una decisión estratégica que refleja nuestra convicción sobre el potencial de este mercado. No solo queremos vender vino, queremos construir marca, generar vínculos duraderos y hacernos parte de su experiencia gastronómica con un producto estrella de Chile, en una versión premium”, expresó Gonzalo Mendoza, Gerente de Marketing de Viña Punti Ferrer.
Esta decisión refuerza la presencia del vino chileno en Brasil como parte de una estrategia de largo plazo, enfocada en posicionar marcas y crear conexiones culturales más allá de lo comercial.
Una oportunidad de posicionamiento a largo plazo
El consumo de vino en Brasil ha crecido sostenidamente, impulsado por una clase media en expansión y por el creciente interés en productos importados. Este contexto representa una oportunidad concreta para las viñas nacionales, que buscan no solo diversificar mercados, sino establecer relaciones comerciales estables.
Las viñas chilenas reconocen que el vino chileno en Brasil tiene el potencial de convertirse en un producto cotidiano, accesible y con fuerte identidad de origen, abriendo paso a una nueva etapa en la proyección internacional del vino chileno.
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