Por Patricio Herman, presidente Fundación Defendamos la Ciudad.
El negocio ilegal en Vitacura que permitió la construcción de megatorres habitacionales fuera de norma sigue impune hasta hoy. Con motivo de la fiscalización realizada por la Contraloría, bajo la mano conductora de Dorothy Pérez, se han conocido trampas en licencias médicas utilizadas por miles de funcionarios públicos. Este nuevo estándar contrasta con situaciones anteriores, como la que describimos a continuación: un millonario negocio inmobiliario originado en dictadura y consolidado en democracia, sin respeto por la legalidad urbanística.
El origen del negocio ilegal en Vitacura durante la dictadura
Pues bien, en el año 1988, después del plebiscito que perdió el gobierno militar, se desafectaron 5 hectáreas fiscales del área verde riberana al río Mapocho, sector oriente de Santiago, que formaban parte del proyectado Parque Las Américas. Para ello se publicó en el Diario Oficial un Plan Seccional, con normas urbanísticas acotadas que admitían solo la construcción de viviendas de hasta 2 pisos y en ciertos sectores minoritarios edificios con alturas máximas de 4 pisos.
Antes del término de la dictadura, el Ministerio de Bienes Nacionales le vendió directamente a la recién conformada “Inmobiliaria Parque Las Américas Limitada” ese extenso predio, ahora en calidad de urbano, denominado Lote 2-C, localizado en aquella época en la comuna de Las Condes. Esa operación pública-privada fue autorizada por el decreto supremo N° 886 del 14 de noviembre de 1989, “por orden del general de Ejército y presidente de la República Augusto Pinochet Ugarte”. Como el negocio entre las partes ya estaba acordado, en dicho decreto se estipuló que la empresa compradora se debía regir por el aludido Plan Seccional Parque Las Américas para construir su proyecto inmobiliario.
Dicho terreno de 50.327 m² está ubicado, según la transferencia, entre las calles Isabel Montt, Narciso Goycolea, sitio municipal y avenida Parque Las Américas, territorio que actualmente forma parte de la comuna de Vitacura. El 30 de enero de 1990, pocos días antes de que asumiera el gobierno democrático de Patricio Aylwin, se firma la escritura de compraventa entre el Fisco de Chile y la señalada inmobiliaria en la notaría de Raúl Undurraga, fijándose un precio de UF 81.566 que la compradora paga al contado. Enseguida se inscribió en el Conservador de Bienes Raíces de Santiago, dejándose establecido que el amplio terreno estaba exento de pagar el impuesto territorial (sic).
Permiso irregular en Vitacura dio paso al negocio ilegal
La Inmobiliaria Parque Las Américas posteriormente vende el terreno al Fondo de Inversión Cimenta que, en el año 1998, obtiene de parte de la Dirección de Obras Municipales (DOM) de Vitacura el permiso de edificación N° 202 por 18 torres habitacionales de entre 13 y 25 pisos de altura, por lo tanto, vulnerándose abiertamente las restringidas normas urbanísticas del mencionado Plan Seccional. Los vecinos perjudicados por las ilegales características del permiso de edificación, tomaron contacto con este columnista, con el entonces diputado y arquitecto Patricio Hales y con la arquitecta Israela Rosenblum para que analizáramos la situación.
Llegamos a la conclusión de que ese acto administrativo municipal era contrario a derecho y por ello se hicieron las denuncias de rigor ante la Seremi de Vivienda y Urbanismo, instancia del gobierno central, quien, confirmando la ilegalidad, emitió un oficio dirigido al DOM de Vitacura, expresándole que “procediera en consecuencia”. Como el funcionario municipal no quiso entender aquello, se posibilitó que la inmobiliaria iniciara las obras de los mega edificios.
La Contraloría y su rol frente al negocio ilegal en Vitacura
Ante esta desobediencia, tal Seremi del Minvu, en su oficio N° 359 del año 2000, le solicita a la Contraloría que disponga la sustanciación de un sumario administrativo con el objeto de que se investigue la situación derivada del otorgamiento, por parte de la DOM de Vitacura, del permiso de edificación N° 202 de 1998. En paralelo, los vecinos aledaños al proyecto llevaron el caso a la misma Contraloría, cuyo titular era don Arturo Aylwin, a quien ya le había solicitado una entrevista un lobbysta para «analizar la controversia», pero como dicho contralor conocía muy bien las presiones que ejercen los lobbystas, sanamente prefirió no inmiscuirse en la situación, pidiéndole al subcontralor Jorge Reyes que resolviera la materia.
Los funcionarios de la Contraloría que investigaron la denuncia detectaron 5 causales de ilegalidades, pero la segunda autoridad del ente fiscalizador, Jorge Reyes, en su dictamen N° 44.492 del 20 de noviembre de 2000, optó por ignorar las ilegalidades cometidas porque, según él, aplicar la ley “podría comprometer la responsabilidad civil extracontractual del órgano administrativo que emitió el acto irregular, pues dicho actuar por ser viciado y ocasionar un daño, configuraría una especie de mal funcionamiento del servicio que haría procedente el pago de una indemnización”.
Los vecinos, la justicia y el dictamen que validó el negocio ilegal
Debido al tipo de respuesta contenida en dicho dictamen, 41 vecinos de la comuna de Vitacura, quienes se sentían afectados en sus derechos urbanos por la irrupción de esas invasivas 18 torres habitacionales, interpusieron con los abogados Pedro Bosch y Cristián Bulnes dos recursos de protección en contra del subcontralor Reyes, porque éste, actuando como Contralor General subrogante, en su dictamen N° 44.492 del año 2000, se negó a anular o revocar el permiso de edificación N° 202/98.
Transcurrió el tiempo y el 13 de abril de 2007, cuando la mayoría de los edificios ilegales estaban construidos, la Corte de Apelaciones de Santiago le da la razón al subcontralor, manifestando, entre otras cosas, que no siempre las infracciones al principio de juridicidad acarrean la nulidad del acto. Concluyó que las “irregularidades”, sin reconocer que eran graves ilegalidades, solo pueden ser investigadas y determinadas en un procedimiento sumarial. De esta manera, desestimó los recursos de los vecinos.
La Corte Suprema validó esa sentencia, considerando la «buena fe» del privado y, por ende, también el dictamen N° 44.492 del año 2000 de la Contraloría. Motivo por el cual recomendamos a los lectores interesados que revisen este inicuo dictamen en la web del ente fiscalizador. Copia del mismo se lo entregamos, años después, en una reunión sostenida con el contralor Ramiro Mendoza, a quien le reiteramos que el aludido Plan Seccional permitía para el terreno desafectado solamente la construcción de casas de 2 pisos y algunos edificios de 4 pisos. Era inaceptable que el permiso cursado por el insubordinado DOM de Vitacura considerara torres habitacionales de entre 13, 15, 16 y 25 pisos. El compungido Mendoza, sin tener explicación alguna, nos contestó que el caso estaba prescrito.
Conclusión: evitar otro negocio ilegal en Vitacura
En conclusión, por lo relatado, estamos convencidos de que si Dorothy Pérez hubiera ejercido en aquella época el cargo de contralora, los avispados ejecutivos del Fondo de Inversión Cimenta, en su amplio predio urbano de Vitacura, solo habrían construido los proyectos permitidos en el Plan Seccional, respetándose las densidades bajas y medias del mismo. De ello se desprende que, para la obtención de mucha riqueza, los mercaderes tienen que saltarse las reglas del juego. Y si el Estado desea evitar la repetición de este tipo de hechos tan corruptos, tendrá que entregarle mayores recursos a la Contraloría.
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